La diabetes es una enfermedad peligrosa, y sin embargo, común entre los gatos domésticos. La falsa creencia de que estos animales no necesitan hacer ejercicio a menudo da lugar a problemas de sobrepeso, lo que a su vez favorece la aparición de este trastorno. Te explicamos cómo detectarlo y cuáles son las pautas a seguir.

¿Qué es la diabetes?
La diabetes tiene lugar cuando el páncreas no produce la suficiente cantidad de insulina, una hormona que permite que la glucosa de los alimentos se introduzca en las células del organismo, aportando energía. Esta sería la llamada diabetes de tipo 1.

También puede ocurrir que el páncreas produzca correctamente la insulina pero que el organismo no haga un uso adecuado de esta sustancia. Estaríamos hablando de una diabetes tipo 2, la más común en los gatos.

En cualquiera de los dos casos, el nivel de glucosa en la sangre del minino aumenta, ocasionando síntomas de notable gravedad.

Síntomas principales
Cuando todo esto ocurre, el gato se queda sin energía, por lo que su organismo ‘abusa’ de su reserva de grasas y proteínas para seguir adelante. Con ello se producen síntomas como:

1. Aumento de la sed y el apetito.
2. Pérdida de peso.
3. Apatía.
4. Vómitos.
5. Degeneración muscular (que a su vez implica dificultad en sus movimientos).

No tienen por qué darse todos estos síntomas al mismo tiempo, pero ante cualquiera de ellos hay que acudir al veterinario. Si esta enfermedad no se trata rápidamente puede dar lugar a problemas de visión, insuficiencia renal, infecciones urinarias y neuropatía, entre otros muchos trastornos.

Tratamiento
Sólo el veterinario puede hacer un diagnóstico fiable de esta enfermedad mediante análisis de sangre y orina, con el fin de determinar el nivel de azúcar presente en las mismas. De confirmarse la diabetes, el gato tendrá que tomar medicación para paliar los síntomas durante el resto de su vida, ya que aún no existe cura para este problema.

El tratamiento depende del tipo de diabetes diagnosticada y del estado de la enfermedad. Lo más común son las inyecciones de insulina, que generalmente deben ser administradas cada día. También existen los hipoglucemiantes, unos medicamentos orales que sustituyen a la insulina. El especialista es quien debe recomendar una opción u otra.

Asimismo, será necesario dar al minino una dieta especialmente diseñada para reducir los niveles de glucosa en la sangre. Existen piensos específicos para ello, aunque también se puede planear una dieta casera. En cualquier caso, siempre debe estar supervisada por el veterinario.

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