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    Quitar las uñas a tu gato: ¿es buena idea?

    15 abril, 2019

    Puede que las uñas de los gatos no te parezcan demasiado importantes, pero lo cierto es que son una parte esencial de su anatomía. Al contrario de lo que muchos creen, sus garras cumplen una función primordial en su bienestar físico y psicológico. Por ello, la desungulación o extirpación de uñas no es una buena idea. Te damos los motivos.

    ¿Qué es la desungulación?
    Para comprender los peligros de la desungulación, debemos conocer en qué consiste. Es un procedimiento por el cual se extirpan las uñas y se amputa la última falange del gato, donde nacen sus garras, de manera que no vuelven a crecer.

    Hablamos, por tanto, de la mutilación de una parte ósea y articular del animal, además del corte de varios nervios y vasos sanguíneos que conforman sus dedos. Los dueños de los felinos suelen demandar esta cirugía para evitar arañazos a otras personas y destrozos en su mobiliario.

    La importancia de las uñas
    Puede que a primera vista no parezca tan grave quedarse sin uñas, pero la realidad es que para los mininos puede resultar un verdadero trauma. Hay que tener en cuenta que son herramientas imprescindibles para ellos.

    En un entorno natural les ayudan a cazar, instinto que conservan en cautividad. También les permiten trepar, adherirse bien a las superficies, mantener el equilibrio cuando saltan y defenderse de las posibles amenazas. Sin ellas se sienten inseguros en muchos aspectos.

    Consecuencias de la desungulación
    Las consecuencias negativas de la desungulación van mucho más allá de la simple eliminación de las uñas. Esta amputación puede dar lugar a dolor crónico en la zona, cojera, infecciones, fístulas y desequilibrios al caminar.

    Por no hablar de los trastornos psicológicos derivados de esta intervención. Al no poder jugar, rascarse, trepar ni defenderse correctamente, los gatos suelen desarrollar problemas de agresividad y ansiedad.

    Una amputación innecesaria
    Por todas estas razones, la desungulación está legalmente prohibida en países como Nueva Zelanda, Australia y Reino Unido. Y es que además de cruel, es totalmente innecesaria, pues existen otras soluciones mucho más recomendables para evitar los arañazos.

    El adiestramiento es la clave, así como cumplir con las atenciones básicas del felino, proporcionarle juegos y actividad física, y varios rascadores en casa para que utilice sus garras de la forma adecuada.

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