La imagen del gato siempre ligado a un plato de pescado supone uno de los grandes mitos de la nutrición felina. Y es que si bien puede componer parte de su dieta, no debe ser su único alimento. Te explicamos cómo has de incluir este ingrediente en la dieta de tu gato.

Beneficios del pescado
El pescado azul es una estupenda fuente de proteínas para el gato, gracias a su alto porcentaje de ácidos grasos Omega 3 y Omega 6. Además de mejorar su sistema inmunológico y cardiovascular, estas sustancias mejoran el estado de su pelo y su piel.

Asimismo, el pescado tiene propiedades antioxidantes, lo que beneficia especialmente a los mininos ancianos. También es recomendable para los cachorros, ya que les ayuda a favorecer su desarrollo neuronal.

Los peligros
A pesar de todas estas ventajas, el pescado no aporta las vitaminas suficientes al minino, por lo que debe ser un ingrediente complementario. Ten en cuenta que en exceso, este alimento puede provocar intolerancias y alergias, además de problemas en la tiroides, anemia y carencias nutricionales.

Por otro lado, no todas las clases de pescados son adecuadas para el gato. Por ejemplo, el atún en conserva tiene componentes tóxicos para su organismo. Sin olvidar los pescados marinados y los ahumados, perjudiciales debido a su alto contenido en sal.

¿Qué clase de pescado puede comer?
Todo esto no quiere decir que el pescado esté prohibido para tu peludo, pero has de dárselo de la forma adecuada. Debe ser fresco y estar en buen estado. La mejor manera de cocinarlo es hervirlo y sólo puedes ofrecérsela a tu peludo esporádicamente.

En cuanto a los piensos elaborados a base de pescado, son completamente seguros siempre y cuando sean de alta calidad.

En cualquier caso, a la hora de programar la dieta adecuada para tu mascota o realizar cualquier modificación en la misma, has de consultarlo con el veterinario. Él determinará qué es lo más conveniente para tu gato teniendo en cuenta sus características individuales.

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