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  • SALUD

    La enfermedad de Lyme en el perro

    8 enero, 2020

    Leishmaniosis, filariosis, parvovirus, moquillo… Son muchas las enfermedades que pueden atacar a nuestro perro. Las desparasitaciones regulares son especialmente importantes en este sentido, pues la mayoría de estos trastornos viene dada por la actuación de insectos y parásitos. Hoy nos centramos en cómo evitar, detectar y tratar la enfermedad de Lyme.

    Qué es la enfermedad de Lyme
    La enfermedad de Lyme, también conocida como borreliosis canina o más popularmente como ‘enfermedad de la garrapata’, es una patología de origen parasitario. La transmiten las garrapatas del género Ixodes, concretamente a través de una bacteria espiroqueta llamada Borrelia burdogferi.

    No se trata de una enfermedad de reciente descubrimiento ni mucho menos. El primer caso diagnosticado en España tuvo lugar en 1992, y aunque actualmente no es muy común en nuestro país, conviene tenerla en cuenta y proteger a nuestro perro para que no la contraiga.

    Síntomas principales
    Esta enfermedad puede manifestarse semanas e incluso meses después de que una garrapata infectada pique al animal. Abarca síntomas de lo más variados, entre los que podemos nombrar como más comunes:

    1. Cojera causada por la inflamación de las articulaciones
    2. Deformación articular y artritis
    3. Debilidad muscular
    4. Problemas renales
    5. Inflamación y escozor en la zona de la picadura
    6. Fiebre
    7. Inapetencia
    8. Problemas cardiovasculares

    Diagnóstico y tratamiento
    A pesar de este preocupante cuadro clínico, con una rápida actuación podemos paliar estos problemas. Ante cualquiera de estos síntomas hay que acudir al veterinario para que averigüe su origen. Si tras observar la situación sospecha de esta enfermedad, realizará determinadas pruebas para confirmar la presencia de la bacteria Borrelia burdogferi.

    Para ello llevará a cabo una exploración física, un análisis de sangre y de orina, y puede que radiografías y ecografías; todo depende de los síntomas que manifieste el perro. También puede decidir extraer líquido de las articulaciones inflamadas para analizarlo.

    Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento debe adaptarse a los daños causados. Por lo general se administran antibióticos y fármacos para aliviar el dolor articular, aunque los corticoesteroides no son convenientes en este caso, ya que pueden propiciar la propagación de la bacteria.

    Este tratamiento suele tener una duración de un mes, pero depende del estado de la enfermedad y la gravedad de los síntomas. No siempre se logra eliminar la bacteria por completo, por lo que deberemos permanecer atentos por si vuelve a presentarse esta patología a lo largo de la vida del animal y realizar revisiones veterinarias regulares.

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