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    Hipotiroidismo en el perro: síntomas y tratamientos

    20 diciembre, 2018

    El hipotiroidismo es una de las muchas enfermedades que tenemos en común los seres humanos y los perros. Los síntomas y tratamientos también son similares, aunque en el caso de los canes presentan algunas particularidades específicas. Te lo explicamos todo a continuación.

    Un problema hormonal
    Se trata, junto a la diabetes, de una de las enfermedades más frecuentes en el perro. El hipotiroidismo canino es una anomalía de la glándula tiroides, situada en el cuello, por la cual ésta produce menos hormonas tiroideas de las que necesita el organismo del animal.

    Este trastorno se desarrolla con más frecuencia en perros de mediana edad y de razas como el dóberman, el cocker, el golden retriever, el schnauzer miniatura y el pastor alemán, entre otros. Aunque todos los canes pueden padecerlo.

    Síntomas del hipotiroidismo canino
    Este desequilibrio hormonal ocasiona una serie de síntomas, siendo los más comunes:

    1. Apatía y pérdida del apetito.
    2. Fatiga.
    3. Pérdida de pelaje.
    4. Ritmo cardíaco irregular.
    5. Descoordinación.
    6. Parálisis facial o cabeza inclinada.
    7. Dificultades respiratorias.
    8. Trastornos oculares.
    9. Náuseas, vómitos y/o diarreas.
    10. Bultos en la garganta.

    Estos síntomas se desarrollan lentamente, sobre todo al principio, en un proceso que puede tener hasta un año de duración. Las causas son muy variadas, entre las cuales las más comunes son una dieta baja en yodo, efectos secundarios de alguna medicación o un tumor.

    Diagnóstico y tratamiento
    Ante cualquiera de estas señales, hay que acudir al veterinario. Él realizará un análisis de sangre al animal parta medir sus niveles de TSH y de la hormona T4. Después comprobará si existe algún órgano afectado mediante otras pruebas y tratará de determinar la causa del problema.

    El tratamiento suele ser sencillo. Básicamente consiste en compensar la falta de hormonas tiroideas mediante la administración de una hormona sintética llamada tiroxina a través de pastillas. La dosis y frecuencia dependerá del estado de la enfermedad.

    Además, deben realizarse chequeos veterinarios y análisis de sangre habitualmente para comprobar la respuesta del animal frente a la medicación y reajustarla si es necesario. El perro deberá continuar con el tratamiento el resto de su vida y seguir la dieta que recomiende el especialista.

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