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    ¿Ácaros en las orejas de tu gato? Consejos para acabar con ellos rápidamente

    8 diciembre, 2019

    Los ácaros son uno de los problemas más comunes en los oídos del gato. Si bien pueden prevenirse en cierta medida, lo cierto es que ningún minino está libre de ser atacado por estos seres microscópicos. La buena noticia es que son fáciles de erradicar, eso sí, siempre con el debido asesoramiento veterinario.

    Cómo detectar la presencia de ácaros
    Hay varios tipos de ácaros que atacan a los oídos de estos felinos, siendo el más común el Otodectes cynotis. Es un diminuto parásito de ocho patas que se alimenta de la cera del canal auditivo y es fácilmente visible, más aún teniendo en cuenta que ataca en grupo. Todo ello da como resultado una fuerte infección.

    También existen otros ácaros como la cheyletiella o el notoedres cati . Pero en líneas generales, todos los ácaros actúan de una forma parecida y dan lugar a síntomas como los siguientes:

    1. Un fuerte picor. Si tu gato sufre la presencia de ácaros en los oídos, sentirá un fuerte picor, por lo que no parará de rascarse y de sacudir la cabeza.

    2. Mal olor. La infección provocará un olor desagradable procedente del canal auditivo.

    3. Secreción oscura. El interior de las orejas del gato debe ser rosado, por lo que se adviertes una capa oscura de tonalidades negras o marrones, debes acudir al veterinario.

    4. Heridas y costras. Puede habérselas hecho el propio animal al rascarse o ser fruto de una infección. De igual forma, necesitan atención médica.

    Tratamiento y prevención
    Ante cualquiera de estos síntomas debes acudir a una clínica veterinaria. Allí, el experto examinará los oídos de tu gato con un otoscopio y tomará una muestra si lo cree necesario. Una vez confirmada la presencia de parásitos, determinará cuál es el tratamiento adecuado.

    Si no existe infección bastará con la administración de unas gotas en el canal auditivo durante algunos días (dos o tres semanas) para eliminar estos ácaros. Si hay infección, el tratamiento deberá ser más intenso e incluso puede que sea necesaria la toma de antibióticos.

    La prevención en este caso es vital. Lo mejor que puedes hacer para ello es mantener una buena higiene en casa, usar productos antiparasitarios y mantener al día las vacunas y las revisiones veterinarias.

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