¿Cuántas veces has escuchado la expresión ‘llevarse como el perro y el gato’ en referencia a personas que se odian mutuamente? Seguro que muchas. Y es que estos dos animales tienen fama de no soportarse entre sí. Pero nada más lejos de la realidad; siguiendo algunas pautas pueden llegar a convertirse en los mejores amigos.

Respetar sus espacios
A la hora de lograr que un perro y un gato convivan en armonía, lo primero que debemos hacer es preparar un espacio para cada uno de ellos. Ambos son animales territoriales, por lo que es importante que entiendan donde empieza y acaba su territorio. De hecho, si alguno de los dos es muy nervioso, lo mejor es mantenerlos los primeros días en habitaciones separadas.

La clave está en el olor
El olfato es uno de los sentidos más desarrollados en estas dos especies, es su punto de partida para conocer el mundo que les rodea. Por ello es importante que cada uno se acostumbre al olfato del otro, algo a lo que les podemos ayudar ofreciendo a uno los juguetes y objetos del otro (sólo ocasionalmente y sin dejar que los rompan) y acariciándolos frecuente y alternativamente. Así les será más fácil aceptarse mutuamente.

Una presentación adecuada
El primer contacto es clave para su futura convivencia. Hay que presentar al perro y al gato cuando estén tranquilos (después del paseo, por ejemplo) y nunca de una forma demasiado directa. Lo ideal es meter al gato dentro del transportín y dejar que se olfateen a través de esta ‘barrera’. Pero no hay que permitir que el perro se acerque mucho, ya que el felino podría asustarse.

Si ambos se muestran totalmente tranquilos podemos dejar que interactúen, siempre bajo nuestra supervisión. De lo contrario, nos llevaremos al gato de la sala y repetiremos el proceso habitualmente durante algunos días o semanas, hasta que nos aseguremos de que no existe ningún peligro.

Cuidado con la comida
La comida suele ser objeto de grandes conflictos. Es muy importante separar bien las zonas en las que coma cada uno para que ninguno intente quitarle el alimento a otro. Esto es imprescindible para evitar mordiscos y zarpazos, al menos hasta que aprendan a respetarse.

Atención personalizada
Los celos también suelen ser el detonante de peleas entre mascotas. Tanto el perro como el gato merecen las mismas atenciones por nuestra parte; es decir, mimos diarios, juegos, caricias… Ninguno debe sentirse excluido ni abandonado.

Ayuda profesional
Todos estos son consejos básicos que pueden sernos muy útiles, pero algunos casos requieren la ayuda de un educador profesional. Es la mejor forma de evitar conflictos y problemas de agresividad.

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