El maltrato animal es una lacra con la que los defensores de los animales llevan años luchando. Una de las grandes peticiones de este colectivo es la implicación por parte de los gobiernos y las autoridades legales. Recientemente Australia se ha convertido en todo un ejemplo en este sentido gracias a una ley de bienestar animal que abarca aspectos como el derecho de los perros a pasear.

No al maltrato
El pasado 26 de septiembre saltaba a los medios una buena noticia. El Territorio de la Capital Australiana (ATC) ha sido pionero a nivel internacional en modificar el estatus de los animales, considerándolos a partir de ahora como “seres que sienten” y no como una simple “propiedad”.

“Lo que hemos hecho hoy reconociendo la sensibilidad de los animales es reconocer algo que ya sabíamos”, ha explicado Chris Steel, el ministro de servicios de Canberra, capital de Australia. Con ello el país se ha convertido en un gran ejemplo respecto a la protección animal se refiere.

Fuertes sanciones
Cuando hablamos de esta normativa, realmente nos encontramos frente a una verdadera ley de protección animal que vela por su cuidado y bienestar. Uno de los puntos que más han llamado la atención es la obligación de pasear a los perros al menos una vez al día, pues a partir de ahora en Australia queda completamente prohibido mantener a los canes encerrados durante más de 24 horas. Incumplir esta norma conlleva multas de hasta 4.000 dólares (3.656 €).

Asimismo regula otros aspectos como la alimentación, la higiene y la atención veterinaria. Desatender a las mascotas en este sentido contempla incluso penas de hasta de un año de cárcel si la salud del animal corre peligro. Por ejemplo, dejar que sus uñas crezcan demasiado o que tenga parásitos en la piel supone fuertes sanciones.

Inspectores de bienestar animal
La ley también incluye restricciones adicionales para casos de extrema crueldad, como las peleas de perros, con sentencias de hasta tres años de prisión y más de 48.000 dólares. Lo mismo ocurre con las tiendas de mascotas y los criaderos, cuyas malas praxis implican este tipo de castigos.

Para que todo esto sea posible, las autoridades australianas han creado la figura de inspectores de bienestar animal, encargados de detectar casos de maltrato, de solicitar los datos personales de los dueños y de comunicar los hechos a las autoridades pertinentes. Negarse a colaborar supondrá multas superiores a 2.000 dólares.

De esta forma Australia se ha convertido en un país pionero dentro de la lucha por el bienestar animal. Desde luego, esta iniciativa es un ejemplo a seguir y ya son muchos los que reclaman medidas similares en sus respectivos países.

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