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    Por qué la ardilla no es una buena mascota

    29 diciembre, 2018

    Puede que alguna vez te hayas planteado tener una mascota algo más exótica que un perro o un gato. Por ejemplo, una ardilla. Pero has de saber que cuidar convivir con una de estas pequeñas roedoras no es nada fácil. Te contamos por qué una ardilla puede no ser un buen animal de compañía.

    Enemiga de la cautividad
    En primer lugar, has de saber que la ardilla es un animal silvestre con un fuerte instinto de libertad. Odia estar enjaulada, por muy amplia que sea la jaula. Por ello necesita salir largos ratos al día, trepar por los árboles, saltar y curiosear su entorno.

    Esto implica una gran atención por tu parte, pues esta pequeña necesita una supervisión constante. Y es que puede escaparse y morder los muebles de tu casa con gran facilidad. Ten en cuenta que es un animal muy nervioso y activo que requiere buenas dosis de actividad diaria.

    Es ruidosa
    Las ardillas son uno de los animales más ruidosos que puedes encontrar. Emiten chillidos durante todo el día para comunicar su estado de ánimo. Además, son muy inquietas y hacen bastante ruido cuando corretean de un lado a otro.

    Puede tener mal humor
    Al ser tan nerviosas y asustadizas, las ardillas pueden mostrar su mal carácter fácilmente. A menudo demuestran su miedo o su enfado mordiendo, por lo que pueden llegar a ser peligrosas.

    Destrozará tu casa
    En pocos minutos, una de estas pequeñas puede causar importantes destrozos en tu casa. Muerde cables, roe los muebles, las paredes, araña las cortinas, etc., con lo que también se pone en peligro a ella misma. Además, marca el territorio con orina.

    Una alimentación especial
    Estos roedores necesitan seguir una alimentación especial basada en bellotas, frutas, semillas, nueces y setas. También comen insectos, por lo que si te dan miedo o asco, piénsatelo dos veces antes de meter una ardilla en tu casa.

    Otras recomendaciones
    A pesar de todos estos inconvenientes, puede que no te quede otra opción que tener una ardilla en tu casa, pues hay ocasiones en las que estas pequeñas no pueden integrarse de nuevo en su hábitat, ya sea por alguna enfermedad o lesión o porque ya hayan pasado mucho tiempo en cautividad.

    En este caso, tu responsabilidad sería cuidar a la pequeña y procurar que viva lo más feliz posible. Para ello, puedes seguir estos consejos:

    1. Una jaula amplia. Ya que la ardilla no puede vivir en libertad, lo ideal es que le ofrezcas un gran espacio. Una jaula grande, a ser posible ubicada en el jardín, sería perfecta. También es importante que pongas troncos, ramas y elementos de madera dentro de la jaula para que la pequeña trepe y se divierta.

    2. Sociabilidad. Para evitar que se vuelva huraña, lo mejor es que animes a la pequeña a socializar con otras personas. Pero siempre sin asustarla y con cuidado, especialmente con los niños.

    3. Respeta su naturaleza. Nunca trates de meter en tu casa a la fuerza a una ardilla salvaje. No sólo la harás sufrir, sino que también puede transmitir enfermedades.

    4. Consulta con un veterinario. Él sabrá informarte bien sobre sus cuidados y los documentos que necesitas para tener a tu nueva mascota en regla.

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