La fidelidad y la lealtad de los perros hacia las personas no tiene límites. En muchas ocasiones, han demostrado que están dispuestos a dar la vida por nosotros. Prueba de ello son las historias que te traemos a continuación. Estamos seguros de que te pondrán los pelos de punta y te sacarán más de una lágrima.

Balto

Balto fue un husky siberiano nacido en un pueblo de Alaska en 1919 y que está considerado un héroe en Estados Unidos. En 1925, una epidemia de difteria se propagó en Nome, el pueblo donde residía el animal. La antitoxina necesaria se encontraba en Anchorage, una ciudad a más de mil kilómetros.

A ella no se podía acceder por mar ni tampoco por aire debido al mal tiempo, así que se elaboró el plan de trasladar el medicamento desde allí hasta Nenana en ferrocarril y de Nenana a Nome en un trineo arrastrado por perros. En el viaje, participaron 20 mushers y más de 100 perros, entre los que estaba Balto. Según se cuenta, él fue quien supo guiar al trineo en los últimos kilómetros para llevar las medicinas al pueblo.

A partir de ese momento, se convirtió en el perro-héroe de Alaska. Apareció en las portadas de los periódicos de todo el mundo, su historia se llevó a la gran pantalla y, en su memoria, se levantó una estatua en el Central Park de Nueva York con la inscripción: “Resistencia–Fidelidad–Inteligencia”. Falleció en 1933, con 14 años.

Kabang

Esta perrita mestiza es toda una heroína en Filipinas. En 2011, logró salvar la vida de dos niñas que iban a ser arrolladas por una moto a toda velocidad. Kabang las empujó fuera de la carretera y ella se llevó el impacto. En el accidente, la perrita perdió el hocico y varios huesos de la cabeza.

Tal fue su hazaña que una enfermera de Nueva York no dudó en comenzar una campaña para recoger fondos y poder operar a la perra para reconstruirle el morro. Bajo el lema ‘Kabang salvó vidas, es nuestro turno para salvar la suya’, la ONG ‘Care for Kabang’ recaudó más de 20.000 dólares para enviar al animal al Centro Veterinario Davis en California. Tras ocho meses ingresada, Kabang volvió a su hogar de Filipinas mucho más recuperada y sin heridas que pudieran ocasionarle infecciones. Ahora disfruta de una vida feliz junto a su familia.

Yves

La norteamericana Katie Vaughan iba viajando en su coche con su perro Yves, de raza rottweiler, cuando el automóvil se detuvo y comenzó a incendiarse. La mujer, que sufría graves problemas de movilidad, al ver que no podía salir de él decidió abrirle la puerta a su perro para que pudiera escapar. Sin embargo, lejos de huir, el animal tiró fuertemente de sus piernas y logró sacarla del coche antes de que explotara.

Salty y Roselle

El terrible atentado de las Torres Gemelas en 2001 nos dejó innumerables historias que siempre serán recordadas. La de Salty y Roselle ocupa un lugar en el corazón de todos los neoyorquinos. Ambos eran perros lazarillo que se encontraban con sus dueños en los pisos 71 y 78 cuando se produjeron los ataques.

Los dos hombres aseguran que al conocer que un avión se había estrellado contra la torre, eran conscientes de que contaban con pocas posibilidades de salir de allí con vida. Por ese motivo, decidieron soltar la correa de sus perros para que pudieran huir y salvarse. Sin embargo, sus canes no sólo no se fueron, sino que les ayudaron a bajar más de mil escalones para poder salir a la calle y alejarse del edificio minutos antes de su derrumbe.

Salty y Roselle recibieron el reconocimiento de todo un país y la Medalla Dickin por parte de la asociación veterinaria People’s Dispensary for Sick Animals. En ella se podía leer: “Por permanecer lealmente al lado de sus dueños ciegos y llevarlos con valentía a un lugar seguro a través de más de 70 pisos el día que el World Trade Center sufrió el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001″.

Salty falleció en 2008 con 11 años y Roselle se fue en 2011 con 13 años. Su hazaña siempre formará parte de las historias con final feliz que dejó el peor atentado de la historia de Estados Unidos.

Hachiko

Este perro protagonizó una de las historias de fidelidad hacia el ser humano más emotivas que se recuerdan. Hachiko era el perro de Eisaburō Ueno, un profesor de la Universidad de Tokio que no estaba muy de acuerdo con su compañía. Sin embargo, este akita supo ganarse su corazón y poco a poco se hicieron inseparables. Cada día, cuando se marchaba a trabajar, el perro le acompañaba hasta la estación de tren y allí volvía para recibir a su amo al final de la jornada.

Esta rutina continuó durante más de un año hasta que, en mayo de 1925, Ueno sufrió un infarto en la universidad y falleció. Esa tarde Hachiko fue a la estación a esperar a su amo. Como no volvió, se quedó allí a vivir para siempre a pesar de los intentos de la familia por llevárselo a casa. Hachiko falleció en 1935 tras esperar a su amo durante nueve años.

Su lealtad fue reconocida con una estatua que aún reside en la estación de Shibuya en Tokio. Además, su historia fue narrada en la película ‘Siempre a tu lado, Hachiko’ protagonizada por Richard Gere. Puedes conocer la historia completa en el siguiente video. Prepara los pañuelos…

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