Ya sea volando, caminando o saltando, los insectos siempre parecen estar en continuo movimiento. Pero, ¿sabías que, al igual que nosotros, también necesitan dormir? Así es, sólo que su ciclo de sueño varía enormemente según la especie. Desvelamos su secreto.

Lo que dice la ciencia
Los insectos continúan siendo un misterio para la ciencia en muchos sentidos, incluido su ciclo de sueño. Pero en 2017 un equipo de científicos de la Universidad de Pensilvania y el Instituto de Neurociencias de California quiso despejar algunas dudas al respecto e inició una investigación.

Este estudio reveló algunos datos que a día de hoy siguen siendo tema de conversación entre los entomólogos. Tras analizar el descanso de varias especies, los expertos descubrieron que estos invertebrados son más parecidos a nosotros de lo que creíamos.

El sueño reparador de la mosca de la fruta
Uno de los insectos concienzudamente estudiados en esta investigación es la mosca de la fruta. Al parecer, esta pequeña tiene un sueño muy profundo y no se despierta fácilmente.

Además, cuando no descansa lo suficiente presenta síntomas propios de la falta de sueño en los seres humanos: lentitud, apatía, falta de concentración… Los científicos también aseguran que reaccionan como nosotros ante el consumo de cafeína y de somníferos.

La hormiga y sus innumerables siestas
Por su parte, la hormiga prefiere dividir sus dosis de descanso a lo largo de la jornada. Necesita aproximadamente cuatro horas de sueño diarias que reparte en unas 250 siestas de alrededor de un minuto. De esta manera pueden seguir trabajando día y noche.

El curioso caso de la abeja
La abeja merece un capítulo aparte en todo este asunto, pues tiene un ciclo de sueño muy parecido al del ser humano. Para empezar, duerme durante la noche, y este descanso es imprescindible para poder comunicarse con el resto de su colmena.

Hay que tener en cuenta que sus movimientos y actividad no son sólo su modo de comunicación, sino también su forma de sacar adelante el trabajo en equipo. Una abeja cansada que no rinda al 100% puede afectar a toda la colmena. De hecho este experimento demostró que las abejas presentan movimientos descoordinados y cambios en su comportamiento cuando no descansan adecuadamente.

Por ello, cuando las flores se cierran por la noche, estas pequeñas se posan sobre algún tallo o rama y duermen plácidamente durante horas. Curioso, ¿verdad?

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