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    7 datos curiosos sobre los renos

    18 diciembre, 2018

    Sabemos que tienen una gran cornamenta, que viven en sitios fríos y que, según la famosa leyenda, ayudan a Papá Noel a repartir los regalos cada Navidad. Pero para la mayoría de nosotros estos animales siguen siendo unos desconocidos. Te contamos siete curiosidades sobre los renos que te sorprenderán.

    Son muy veloces
    A pesar de su robusto tamaño, los renos pueden alcanzar una velocidad aproximada de 80 kilómetros por hora. Es más, tienen la capacidad de correr desde el mismo momento de su nacimiento.

    Mudan sus cuernos
    Al igual que los ciervos, los renos machos pierden sus cornamentas al final del invierno, aunque les vuelven a crecer en poco tiempo. En el caso de las hembras, que también tienen cuernos, los pierden en primavera.

    Sus patas cambian según la estación
    Durante el verano, las pezuñas de los renos se recubren con una textura suave y esponjosa para poder caminar con mayor facilidad por los terrenos secos y rocosos. Por el contrario, en invierno sus pezuñas quedan a la vista, volviéndose duras y sólidas, lo que les ayuda a moverse entre la nieve.

    Emiten un ruido muy particular
    Por lo general son bastante silenciosos, pero las hembras emiten unos sonidos muy característicos cuando dan a luz a sus crías. Los machos, por su parte, hacen unas particulares llamadas durante la época de apareamiento. La ‘voz’ de estos últimos es mucho más potente que la de las hembras.

    Son excelentes nadadores
    Los renos viven en climas fríos y húmedos de América del Norte y Eurasia, por lo que muchas veces se ven obligados a cruzar lagos y ríos. Afortunadamente, saben nadar estupendamente y tienen la fuerza suficiente para no ser arrastrados por la corriente.

    Controlan la temperatura de sus patas
    Al habitar en zonas de frío extremo, han desarrollado la extraordinaria habilidad de reducir intencionadamente la temperatura de sus patas. De esta forma evitan perder el calor corporal.

    Amigos del hombre
    A lo largo de las décadas los renos han logrado ser domesticados por el hombre. No sólo ayudan a los habitantes de determinadas zonas a desplazarse y transportar cargas. Gracias a ellos también tienen leche, queso, mantequilla, carne y pieles para abrigarse.

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