Cuando acogemos a un cachorro en nuestro hogar, todo es ternura y diversión. No vemos el momento de llegar a casa cada día para deshacernos en mimos con él. Pero estos adorables peludos tienen un pequeño inconveniente, y es que la mayoría no aprenden fácilmente a hacer sus necesidades en la calle. Por suerte, con paciencia y constancia se puede lograr.

Si es menor de tres meses…
En primer lugar, un cachorro no puede salir a la calle antes de haber sido vacunado contra el parvovirus (hasta tres veces), el moquillo canino, el adenovirus tipo 2, la hepatitis infecciosa C y la leptospirosis. Además, debe ser desparasitado.

Si no cumplimos con esta norma estamos poniendo en serio peligro a nuestro perro, ya que su sistema inmune aún no es lo suficientemente fuerte y puede contraer diversas enfermedades. Es muy importante cumplir el calendario de vacunación que establezca el veterinario.

Un espacio en casa
Durante este tiempo en el que el pequeño no puede salir a la calle, lo mejor es habilitar un espacio de la casa para que haga sus necesidades. Podemos colocar una bandeja para gatos con empapadores para minimizar el olor. El objetivo es hacer que el cachorro asocie este rincón a su desahogo.

Pero no vale cualquier sitio para organizar este baño improvisado. Por lo general, los perros tienen predilección por algún u otro lugar de la casa, y es ahí donde tenemos que situar la bandeja y los empapadores.

Supervisión y refuerzo positivo
La clave está en atraer al pequeño a su particular WC. Por ello es importante vigilarle atentamente, especialmente después de comer, momento en el que siente más ganas de hacer sus necesidades. Nuestro trabajo es guiarle hasta sus empapadores y premiarle con caricias y golosinas cuando se desahogue.

Al contrario de lo que se suele creer, los castigos no sirven de nada. Cuando el cachorro se equivoque no hay que regañarle, sino conducirle a los empapadores si lo acaba de hacer o simplemente limpiarlo bien. Los castigos pueden ocasionar importantes problemas de conducta.

¡A la calle!
Una vez el can tiene las vacunas imprescindibles, aproximadamente a los tres meses de edad, ya puede salir a la calle. El primer paso es establecer una rutina de paseos, siempre a la misma hora. Los momentos más adecuados son justo al despertarse, después de comer y después de jugar. Por otro lado, si el peludo camina en círculos y olfatea insistentemente, son señales inequívocas de que quiere hacer sus cosas.

Durante las primeras semanas será necesario pasear más veces. Podemos hacer varios paseos cortos, entre cuatro y seis veces al día. Cuando estemos en la calle, tenemos que dejar al animal olfatear todo lo que quiera, caminar con calma y premiarle cada vez que orine o defeque.

Mucha paciencia
Por mucho que lo deseemos, un perro no aprende a hacer sus necesidades en la calle de la noche a la mañana. Necesitaremos tiempo, paciencia y sobre todo, ofrecer buenas dosis de cariño a nuestro perro. Insistimos en que el refuerzo positivo será nuestro mejor aliado durante este proceso.

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