En la actualidad los gatos son los reyes de Internet, ¿pero sabías que a mediados de los años 60 fueron unos auténticos espías profesionales? Pues bien, hay documentos desclasificados por la propia Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos que sitúan a este animal doméstico como todo un James Bond del espionaje.

Agente especial de cuatro patas
Victor Marchetti, ex asistente especial del director adjunto de la CIA, ha desvelado al periódico británico ‘The Telegraph’ las armas de espionaje que utilizaron para conseguir información de sus rivales durante la Guerra Fría, enfrentamiento político entre Estados Unidos y la Unión Soviética en 1980.

Curiosamente, los gatos desempeñaron un papel clave en estas operaciones secretas siendo el principal chivo expiatorio en encuentros soviéticos. Para interceptar información, la Agencia de Inteligencia americana alteró quirúrgicamente a los felinos introduciéndoles en su cuerpo micrófonos ocultos.

Como se puede apreciar en la imagen superior, el equipamiento instalado en estos agentes felinos constaba de un micrófono en su oído, un pequeño transmisor de radio en la base del cráneo y una fina antena a través de la cola.

Operación gatito acústico
Una de las operaciones de espionaje más famosas de la CIA involucraba a un gato y se llamaba ‘Acoustic kitty’ (gatito acústico en español). Y es que como los gatos son unas mascotas muy comunes entre el pueblo ruso, la CIA pensó que estos gatos modificados pasarían totalmente desapercibidos por el bando enemigo, por lo que entrenaron a un felino para ser el espía perfecto en la embajada soviética de Wisconsin Avenue en Washington DC.

Sin embargo, cuando la Agencia de Inteligencia americana llevó al gato espía hasta las cercanías de la embajada, el animal fue atropellado por un taxi. Así que tras cinco años de pruebas y más de 13 millones de euros invertidos en el proyecto, la operación se canceló y fue archivada en el cajón de los proyectos fracasados de la CIA.

En los documentos desclasificados de esta operación los agentes explican que “los factores ambientales y de seguridad que concurren en el uso de esta técnica en una situación real nos obligan a concluir que usar un gato espía no es viable para lograr nuestros propósitos”.

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